Nuevo viaje y nuevo madrugón. A las 4
ya estaba sonando nuestro despertador, y en media hora ya salíamos de casa con las maletas cargadas en el
coche, lo dejamos con Parking Oliveral, como hemos hecho en los últimos
viajes.
Facturamos en un momento, nos pesaron la
maleta pequeña, que estaba dentro del peso más o menos (en Lufthansa son 8 kg.
y la nuestra pesaba 8’5 kg.), y al control que pasamos en un momento, sin
incidentes, ni pitar, ni nada, tranquilo.
Desayunamos en el único bar que había abierto a esas horas, un par de cortados y un
par de croissants (5’80 €, un precio muy razonable para ser un aeropuerto).
El vuelo salió puntual a su hora, las 7’05,
al poco de salir pasamos unos cinco minutos de turbulencias bastante complicados
(luego vimos que incluso habían desviado vuelos de Manises por el viento, a otros aeropuertos),
menos mal que fue poco tiempo; pero a pesar de ello llegamos a su hora
prevista, las 9’30.
Teníamos una escala de alrededor de
cuatro horas en Frankfurt, así que nos lo tomamos con tranquilidad, paseando
por las tiendas (que son bastantes); luego pedimos un par de pretzels para matar un
poco el hambre, que junto con una cerveza y un refresco, nos costó 12’10 €, unos
precios relativamente razonables para ser aeropuerto, por lo menos los pretzels estaban ricos.
La salida de Frankfurt estaba prevista
a las 13’40, pero salimos con unos 15 minutos de retraso, vuelo tranquilo; y
llegada también con 15 minutos de retraso de su hora prevista, que era las
16’30 (hora local). Nos chocó bastante que el piloto, pidiera perdón por el
retraso.
Tuvimos que esperar las maletas un
buen rato, pero llegaron las dos.
Decidimos ir al a la ciudad con el
tren/metro (línea 3 azul), así que fuimos a comprar los billetes (10 € cada uno),
pero lo perdimos por un par de minutos, y tuvimos que esperar alrededor de media
hora, hasta las 6, el trayecto fueron unos 40-45 minutos.
A llegar a la estación de Syntagma,
había bastante gente y nosotros íbamos un poco desorientados todavía, pero aun
así llegamos en poco más de 5 minutos, al que iba a ser nuestro pisito en
Atenas durante estos días, THE SYNTAGMA EDITION APARTMENT. Allí nos estaba
esperando Milos, nos enseñó la casa, que nos encantó desde el principio (se
veía todo muy nuevo), y nos despedimos; lo único malo era que hacía bastante
calor, porque estaba puesta la calefacción, pero eso era algo que tenía fácil remedio.
Salimos rápidamente a comprar algo
para desayunar mañana, al ser domingo estaba casi todo cerrado, pero
encontramos una pequeña tienda con lo básico para salir del paso. Regresamos al
piso y deshicimos las maletas.
Luego aunque no era muy tarde salimos
ya a cenar, entre el madrugón y la comida de aviones teníamos mucha hambre. No
dimos muchas vueltas y en Piazza Duomo
nos sentamos en la terraza; aunque acabamos algo achicharrados con las estufas.
Aunque era un italiano, decidimos comenzar ya con la comida griega, pedimos souvlaki
y mussaka, y unas aceitunas para picar, nos trajeron agua de cortesía (en la
mayoría de restaurantes te traen agua gratuita nada más sentarse, que debe ser
del grifo, pero muy buena). Nos gustó todo, y eso que nos metimos casi en el
primero sin pensar mucho; la comida junto con las bebidas nos costó 41’50 €.
Una pequeña vuelta hacia casa, un poco
de reposo en el sofá y a dormir.
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