Este día ya nos levantamos a una hora
más razonable, y nos pusimos en marcha sobre las 8’30.
Comenzamos por el ÁGORA ROMANA, compramos el ticket (3 €) e hicimos la visita en poco
tiempo, pues es un recinto bastante pequeño. El Ágora era el mercado y lugar de reunión de la ciudad, fue construida en el siglo I a. C. por el emperador romano, Augusto, y más tarde ampliada por otro emperador romano, Adriano.
En el recinto del Ágora Romana, se
encuentra la TORRE DE LOS VIENTOS, una torre octogonal, que en realidad era un
reloj solar e hidráulico, en cuyos lados hay relieves con los dioses de los
viento griegos, que eran: Bóreas (N), Kaikias (NE), Euro (E), Apeliotas (SE),
Noto (S), Lips (SO), Céfiro (O), y Skiron (NO).
Seguimos paseando un poco hasta llegar
al ÁGORA ANTIGUA, este recinto es
mucho más grande que el anterior, y aquí sí había un poco de gente; comparamos
las entradas (4 €) y comenzamos la visita. Se remonta al siglo VI a. C., aunque
muchos de sus edificios fueron reconstruidos en el siglo V a. C.; era el centro de la vida política,
administrativa, comercial y social de la antigua Atenas, así como el centro religioso,
cultural, y el lugar donde se impartía justicia. En la época bizantina el Ágora
fue ocupada por grandes villas.
Entre todos los edificios destaca el
TEMPLO DE HEFESTO (HEFESTIÓN), dedicado a Hefesto y Atenea, se descubrieron
restos de hornos y talleres; Hefesto era el dios de los herreros, mientras que
Atenea Ergané era la diosa de la artesanía y la cerámica. Construido en el siglo
V a. C., fue transformado en iglesia cristiana alrededor del siglo VII, hasta
que en 1833 fue declarado monumento del patrimonio nacional. Una maravilla poder ver un templo en tan buen estado.
En poco más de una hora dimos por
vista el Ágora, pero justo cuando íbamos a salir comenzó a llover, así que nos
esperamos un rato a ver si paraba.
Luego decidimos ir hacia El Pireo
(compramos el billete de 24 horas porque habíamos pensado hacer algunas
excursiones más con el metro), pero de camino paramos en la estación de Faliro
(una antes de llegar a la de El Pireo), para ver el estadio del Olympiacos.
Tras hacer una parada en la tienda y
un par de fotos, continuamos hasta El Pireo, cuando llegamos llovía bastante,
esperamos un rato allí en la estación y en vista de que no mejoraba, decidimos
regresar a Atenas.
Una vez en Atenas, paramos en
Monastiraki para comer, y fuimos a buscar un local que nos habían recomendado, O Thanasis, pedimos un souvlaki de cerdo y un
souvlaki de ternera, que junto las bebidas costó 24’90 €; muy rico y a muy buen
precio.
Al finalizar la comida seguía
lloviendo, así que decidimos esperar un rato y aventurarnos con los licores,
pedimos un ouzo y un tsipouro; por dios, no nos los podíamos beber, que fuerte.
Cuando el camarero vio que apenas habíamos bebido, no nos los quiso cobrar (de
hecho al final no los cobró), por mucho que le insistimos que era culpa nuestra;
al final nosotros le dimos el dinero y él dijo que como propina, que los
licores no los cobraba. Por lo menos al salir apenas llovía, y ya sabíamos que
licores griegos no íbamos a pedir durante todo el viaje.
Como no llovía al salir, nos vinimos
arriba y decidimos coger el metro hacia la zona Olímpica, el trayectos es alrededor de media
hora; cuando llegamos llovía de nuevo, pero cogimos los paraguas y
comenzamos a andar por la enorme explanada (llena de charcos); pero al final
decidimos regresar al centro, era un espacio demasiado abierto, para un día tan
malo, y así tampoco íbamos a ver mucho.
Al llegar al centro seguía lloviendo,
así que volvimos a casa un rato, aprovechamos para dejar las maletas más o
menos hechas, y luego salimos a tomar algo.
Después a cenar unos gyros, repetimos
en el que tanto nos había gustado hacía un par de días, The Greco’s Project, pedimos un gyro kebab, un gyro burger
y unas patatas fritas, que junto con las cervezas y un par de postres, nos
costó 23’30 €. Muy rico todo.
Y ya a casita, un rato de televisión
viendo básquet, acabamos las maletas y a dormir.
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