Esparta

Geográficamente estaban en la actual Grecia, en la península del Peloponeso.

Algunos no consideraban Esparta como una polis (ciudad estado), ya que no tenía ni murallas, ni Acrópolis; más bien la consideraban un estado territorial ocupado por cinco tribus diferentes.

Durante las Segundas Guerra Médicas, Esparta y Atenas, se unieron en su lucha contra el Imperio persa. Los espartanos eran unos grandes guerreros y fueron muy importantes en la Batalla de las Termópilas, aunque no lograron vencer.

Pero sí algo ha llegado hoy en día de Esparta a nuestros días, es el término “espartano”; y la Batalla de las Termópilas, gracias a la película “300”.

Desde luego no eran 300 espartanos, pero sí fueron un ejército en una gran inferioridad numérica ante su adversario. Según se cree en la actualidad, los espartanos, comandados por Leónidas I, en la Batalla de las Termópilas, eran cerca de 6.000 solados y los persas unos 200.000; tras la Batalla de las Termópilas comenzó un mito, y en muchas ocasiones ganaban batallas sin usar la fuerza, por el miedo de sus enemigos.

En el paso de las Termópilas lograron resistir tres días, hasta que fueron traicionados; su resistencia y su muerte, permitió a los atenienses organizarse y replegarse, y así poder resistir la invasión con la victoria en las Batallas de Salamina y Platea.

Tras el triunfo de los atenienses sobre los persas, Esparta se convirtió en rival de Atenas (su antigua aliada) en la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.), de la que salió victoriosa, pero pagando un alto coste.

Los espartanos tuvieron en el V a. C. su época de máximo predominio gracias a su técnica militar, pero estaban tan cegados en ella, que la actividad cultural de las polis casi cesó por completo. Pero en la Batalla de Leuctra en el 371 a. C. fue destruido casi un tercio de su ejército, y con esa derrota comenzó su decadencia.

Esparta se sostenía en parte gracias a la esclavitud, y había un esclavo por cada espartano; por lo que vivían en un constante estado de alerta, por ello se cree, que la maquinaria militar, más que un arma de ataque, era un arma para evitar la revolución interna. También era una amenaza para su modo de vida, una sociedad democrática como la ateniense.

Fue una ciudad completamente centrada en la formación y excelencia militar. Su sistema educativo era obligatorio, colectivo y público; y estaba enfocado a transformar a sus ciudadanos en implacables soldados, preparándolos para la guerra y para defender el honor de su patria.

Al nacer eran examinados para ver si estaban sanos o tenían algún defecto físico, estos últimos eran arrojados a un barranco. Los bebes ya entrenaban, pues les ignoraban al llorar y enseñaban a no temer la oscuridad.

La educación se basaba en rigurosas reglas de disciplina, obediencia y sometimiento a la autoridad. Los padres no educaban a sus hijos, a los 7 años pasaban a depender del Estado y recibían una instrucción muy severa, en barracones comunes aprendían a leer y escribir, y también a sobrevivir en duras condiciones, aprendiendo técnicas de caza, armas y lucha, y dándole gran importancia a los ejercicios físicos; entre otras cosas, estaban obligados a andar descalzos y vestir la misma ropa durante un año.

A los 17 años la educación ya era de extrema dureza, enfocada a crear soldados obedientes y eficaces; les hacían pasar una serie de pruebas y sufrimientos para endurecerlos, como pasar hambre y frío, y caminar descalzo por lugares pedregosos; les exigían obediencia ciega. Los que no conseguían terminar el entrenamiento (“agogé”), no se consideraban espartanos con derechos.

Entre los 18 y 20 eran abandonados en el campo, para que aprendieran a sobrevivir; superar esta prueba (“criptia”) les daba la ciudadanía y la posibilidad de incorporarse al ejército.

Después de los 30 años ya eran ciudadanos con pleno derecho, y permanecían en el servicio activo hasta los 60.

Las niñas también acudían a la escuela a los 7 años, y recibían un entrenamiento similar, para intentar garantizar que tuvieran hijos más sanos; pues los espartanos veían el matrimonio, como un medio para concebir más guerreros. Como contrapartida a su dura educación, las mujeres espartanas gozaron de una notable libertad de movimientos, incluso podían heredar de sus padres, lo que les proporcionaba una gran independencia de los hombres y solían ser ellas las que administraban la economía familiar.

Los espartanos eran entrenados para combatir ferozmente, rendirse no era para ellos una alternativa en el campo de batalla; para su sociedad era vergonzoso que regresaran a casa tras una derrota en el campo de batalla, tenían la máxima de “vencer o morir”

En las necrópolis espartanas, las tumbas sólo llevan inscripción del nombre en dos casos: el de las mujeres muertas al dar a luz y el de los soldados caídos en la batalla.

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